Cantad con Inteligencia!
Salmos 47: Cantad a Dios, cantad; Cantad a nuestro Rey, cantad; 7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra; Cantad con inteligencia.
Así como todo se origina desde los tiempos de la Biblia, el cantar a nuestro Dios, también nace de esta Fuente. Es tan interesante que el Espíritu Santo como Autor Inspirador de la Biblia, se aseguro de hablar de este tema y así también brindar grandes ejemplos de lo que un canto a nuestro Dios debe consistir. Ya desde los tiempos del Antiguo Testamento, vemos hombres devotos que lograban tanto cantar a Dios como también tocar instrumentos inventados por ellos. ¿Quién les enseñó a lograrlo? Dios mismo les enseñó, pues Él quiere ser adorado, y ha capacitado al hombre, para poder derramarse en adoración. Dios ha derramado sobre el hombre, para que el hombre pueda derramarse ante El.
Pero mucho más que enfocarnos en ese don brindado por Dios, es interesante notar la manera en que estos hombres alababan. Al estudiar los Salmos, podemos aprender que el libro de por sí, es un libro de cánticos. Contiene un sin número de hermosos cantos poéticos los cuales nos derriten con su profundidad en la manera en que hablan de las proezas de Dios. Podemos ver Su Gloria al mirar toda la Creación, pero también vemos Su Gloria en la Redacción de los Salmos. Estos fueron redactados de tal manera que es imposible leerlos y no ver a Dios a través de ellos, es imposible leerlos y no sentir Su Presencia, es imposible leerlos y no tener el deseo de postrarnos ante Él. La razón por la cual este libro ha sido tan exitoso, es porque el Protagonista e Idea Central de cada canto es Dios y no el hombre. Al estudiarlos, podemos ver que a pesar de que el hombre es mencionado, el centro siempre es Dios. Y el enfoque de cada uno de estos es brindar alabanza a Dios, pero también hablar de Sus atributos, Su majestad, Su eternidad, etc.. Estos Salmos contienen doctrina y nos llevan a conocer y a amar a Dios aún más. He ahí el enfoque de todo canto para Dios, mucho más que preparar el ambiente de un Servicio, mucho más que ayudarnos a orar, mucho más que alabar al Señor a través de ellos, la meta es que cada canto hable de Dios y nos acerque aún más a Él. No podemos olvidar que la alabanza es de Dios, y es para Dios. El Salmista decía; Su alabanza, estará de continuo en mi boca… Debido a que la alabanza es de Dios, y para Dios, no puede haber alabanza, donde Su nombre no está presente.
Nos ha tocado vivir una generación donde se ha modernizado tanto nuestros cánticos de alabanza, que tristemente hemos perdido el enfoque y la esencia de este don. Hoy día vemos un sinnúmero de cantos que dicen llamarse “alabanzas”, pero en realidad, el nombre que apenas se menciona es el de Dios. Peor aún, en ocasiones se menciona Su Nombre no por quien Él es, sino por quien el hombre piensa que Él es, minimizando y limitando Su Poder y Voluntad. Hoy vemos cantos de alabanza que se han vuelto virales y al escuchar sus letras es difícil identificar si es un canto secular o espiritual. El efecto de modernizar nos ha llevado a colocar al hombre por encima de Dios, y en vez de admirar Sus atributos, exaltamos nuestros dones. Hoy se canta mucho del hombre, pero muy poco de Dios. Existe tanto para mencionar de Dios, tanto para descubrir de Él, tanto que agradecer, tanta alabanza para perfumar Su trono, pero aun así, hemos escogido hablar de nosotros.
Nuestra generación de jóvenes Pentecostales está en peligro de extinción, están siendo bombardeados con cantos egocentristas, con doctrinas erróneas, omitiendo el nombre de Dios, con ambientes de adoración donde abunda la emoción, pero carece la transformación. Si no despertamos a tiempo, nuestros devocionales pasarán a ser conciertos, nuestras alabanzas serán una canción como cualquier otra, y nuestra adoración, será motivación y no una entrega total de alma, mente, cuerpo y espíritu. Nuestra generación necesita más que nunca volver a la Biblia y meditar en lo siguiente: Para que solo escudriñarla, cuando también podemos cantarla. Seamos una generación que escudriña las profundidades de la Biblia, pero que también cante sobre la Majestad de Su Autor.
El Salmista y Autor del salmo 47 nos bendice con un gran mensaje al decir lo siguiente; cantad a Dios, cantad con Inteligencia. El autor primeramente nos invita a cantar, a no dejar de alabarle, pero también enfatiza que siempre que se alabe, hay que estar consciente de lo que decimos y lo que estamos cantando. No se puede cantar algo que no conocemos, no se puede cantar algo que escuchemos a otro decir y queremos repetirlo, no se puede cantar algo que carezca de la esencia de Aquel que recibirá el cántico. Si queremos cantar a Dios, sigamos el consejo del Salmista, cantad a Dios, pero hagámoslo con Inteligencia. Que cada palabra del canto hable de Él, que nosotros solo seamos recipientes de aquella Gloria indescriptible mientras El siempre sea El Protagonista.
Volvamos a esos cantos de la Biblia, volvamos a esos cantos del ayer que penetraban nuestro corazón, que nos hacían postrarnos ante Él, volvamos a anunciar Su Nombre no solo tras el denuedo de la predicación, sino también bajo el entonamiento de Su alabanza. Seamos una generación que sabe lo que canta, porque también hemos podido conocer a Aquel que le cantamos.
Ante un Rey, siempre buscamos medir las palabras que decimos, pues no queremos ofenderlo o hablar mentira de él. Ante Dios, no podemos cantarle con cualquier frase o palabra, tenemos que hacerlo con Inteligencia, pues no queremos contristarle, nuestra meta es alabarle.
"Escudriñemos las Profundidades de la Biblia, pero tambien Cantaremos sobre la Majestad de su Autor."
Autor: Jorge C.
11.22.23