El Rey Tiene Sed!

Juan 4:27:  En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? 


En una ocasión, un hombre se encontraba en un desierto, luego de andar perdido por más de varios días sin alimento y agua, debilitado en fuerzas, se tira al suelo y exclama: ya no puedo más, moriré de hambre y sed. Se quedó tieso por más de una hora. De repente, ve una manada de extranjeros caminando a la distancia los cuales cargaban con cántaros de agua. El hombre que ya no podía moverse, comenzó a correr hasta llegar al agua y al fin tomar un tan necesitado trago de agua. La manada de hombres le comenta; Cualquiera en tu condición, no hubiera podido moverse, como lo hiciste? El hombre responde: Llevo días sin tomar agua, no fueron mis piernas las que me movieron, fue la sed que había en mi interior. Cuando mis piernas no podían, mi sed habló, ¡pero también me movió!


Si existe algo con la capacidad de mover al ser humano, es el tener hambre y sed. Cuando una persona realmente tiene la necesidad de tomar agua, esta no se quedará quieta hasta lograr saciar su sed. Cuántas veces no hemos tenido sed de tal manera, que nos inquieta hasta lograr alcanzar un trago de agua. Nuestra garganta comienza a secarse, nuestro cuerpo se debilita, y no dejamos de pensar en la sed que nos agobia. Tal como en la historia anterior, esta sed, le habla a nuestro cuerpo y nos recuerda que escaseamos agua. Pero esta sed, también nos impulsa hacia la fuente donde se encuentra el agua. Esto es debido a que la necesidad tiene la habilidad de hablar al necesitado, pero también tiene la habilidad de impulsarlo hacia la solución. La sed nos habla, pero también nos mueve. Tenemos una generación que ha encontrado más fácil escuchar e identificar su necesidad, que moverse hacia la solución. Si tan solo todo aquel sediento siguiera el consejo de Jesús brindado a la mujer Samaritana; Si conocieras a Aquel que te pide agua, tu le pedirías, agua de vida y no volverías a tener más sed. Nunca será lo mismo tomar agua de una cisterna vacía, que tomar agua de una Fuente Ilimitada. Es inevitable recordar que el pueblo de Israel cometió dos grandes pecados, y uno de ellos es mencionado por el profeta cuando este dice: “porque me han dejado a mi, fuente de agua de vida, y han cavado cisternas rotas.” O tomamos de una cisterna y nos quedamos con sed, o tomamos de la Fuente y somos verdaderamente saciados. 


Es fácil escuchar la necesidad que tenemos y quedarnos abrazándola mientras permanecemos quietos, pero solo muy pocos, logran ver que también hay que moverse con ella hacia el lugar de la solución. Luego de identificar la sed, la necesidad que hay en nuestro ser, es tiempo de utilizar las fuerzas que nos quedan para ir directo hacia la fuente. La solución a la sed no es tomar líquidos alterados los cuales no sacian la sed, la solución a nuestra necesidad espiritual no es llenarnos del mundo, o buscar un placebo que calme la necesidad y no la sacie, la única alternativa ha sido, es, y siempre seguirá siendo, El Agua de Vida que solo Cristo puede brindar. Muchos son los que necesitan el Agua, pero muy pocos son los sedientos que deciden llegar y tomar de ella


Es inevitable escudriñar esta historia y no notar un detalle tan importante. Jesus, es quien inicia la conversación con la mujer Samaritana, y no decide hacerlo con cualquier frase o palabra, sino que comienza diciendo, “dame de beber.” Jesus conocía la división entre Judios y Samaritanos, Él conocía lo inesperado que esto sería para esta mujer, Él conocía la sed que la mujer tenía y la necesidad por el agua, pero mucho más que todo esto, Él también conocía la sed que Él mismo tenía. El Protagonista de la historia, no es la mujer Samaritana, es Jesus, y El comienza la conversación expresando que Él era quien tenía sed. Cuántas veces nos hemos enfocado tanto en nuestra sed, pasando por alto, que no somos los únicos sedientos? En esta historia, no solo vemos una mujer sedienta, no solo vemos solo una persona con una necesidad, vemos un Dios que a pesar de ser El Agua de Vida, El también tenía sed. Si, El Rey, también tiene sed…


Como puede ser posible que Dios, siendo el Agua de Vida, tenga sed? Dios es la fuente de Agua de Vida, El no tiene sed de agua, pero si tiene sed de aquellos recipientes dispuestos a recibir aquella Agua que Él provee. Dios no necesita nada del hombre, pero aun así, Dios ama al hombre y quiere que sus vidas sean recipientes de lo que Dios tiene para ellos. Notemos que mucho más que Jesús brindar el Agua de Vida a esta mujer, esa oferta, también tendrá un pedido secreto. Pues no podemos olvidar que cuando el dijo dame de beber, Él no vaciló, no mintió, realmente había sed presente. El efecto de todo aquel que recibe el Agua de Vida, debe ser no solamente saciarse con el Agua, sino también recordar, que Dios nos ofrece el Agua, pero es a cambio de nuestro cántaro. Dios no quiere nuestra agua, Él quiere nuestro Cántaro, nuestra vida, nuestro interior, nuestro ser. 


Es tan interesante que luego de la mujer llenarse, recibir, conocer Aquella Agua de Vida, nota que ya no necesita su cántaro, ya no necesita agua del pozo, y esta procede a dejar y entregar su cántaro a las manos del Maestro. Y dejando su cántaro, se fue a su ciudad, a anunciar las buenas nuevas. La mujer sabía que Jesus era el primero que tenía sed, y ahora que su sed fue saciada, como no saciar la sed que nuestro Rey tiene por nosotros. Es fácil moverse a la fuente para saciar nuestra sed, pero es de valientes entregar nuestro cántaro, para saciar la sed del Rey. Muchos están dispuestos a entregar su vida por un trago de agua, pero quienes estarán dispuestos a dar su vida, para saciar la sed de nuestro Rey.


En una ocasión, el Rey David, tenía gran sed del agua en el pozo de Belén, cercana de tierra de filisteos. David expresó su deseo por esta agua, y solamente tres hombres valientes estuvieron dispuestos a arriesgar su vida por tierra de enemigos hasta conseguir el agua y saciar la sed de su Rey. Si el Rey hoy nos dijera que tiene sed de nuestra vida, ¿cuántos estaríamos dispuestos a entregar nuestro cántaro?


Bienaventurado es aquel que encuentra la Fuente de Agua de Vida y sacia su sed, pero Valiente es aquel que está dispuesto a entregar su vida, y saciar la sed del Rey. 


"Bienaventurado es aquel que encuentra la Fuente de Agua de Vida y sacia su sed, mas Valiente es aquel que esta dispuesto a entregar su vida para saciar la sed del Rey."


Autor: Jorge C. 

jorge.colon8@upr.edu

11.18.23