TU APOSENTO
Mateo 6:6 - Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Así como Jesús durante Su tiempo en la tierra sintió la importancia de enseñar la manera correcta de orar al Padre y proveernos una estructura y modelo a seguir, hoy nos encontramos navegando en aguas similares ya que vivimos una generación que ha abrazado su propia definición de lo que es la oración. Pudiéramos recordar las diversas ocasiones donde hemos escuchado a muchos definir y presentar la oración como si fuera una lista de compras, una lista de deseos por alcanzar, un momento de sentirse motivado, entre muchas otras. Todas estas definiciones tienen su enfoque en el orador (nuestro Yo), y no en el Recipiente (Dios) de la oración. Así como la alabanza es para Dios, la oración también es dirigida hacia El. Al ser para Dios, tenemos libertad de expresar cómo nos sentimos, de adorarle, de expresar nuestra necesidad y dependencia en Él, todas las dolencias que podamos estar pasando, y esto trae un efecto de rebote el cual a pesar de ser para Dios, el hombre sale bendecido, renovado, y transformado conforme a la voluntad de Dios. Pues la oración no es donde solo el hombre habla con Dios, sino que Dios también habla con el hombre a través de ella junto a Su Palabra. Dios como nuestro Padre, conforme a Su voluntad, nos distribuye fuerza, aliento, esperanza, y todo lo que podamos necesitar, no lo que queramos desear, sino todo lo que podamos necesitar. Es una relación de dos, Dios y nosotros, por lo tanto, ambos recibimos de esa relación y comunicación, el hombre le entrega su ser, adoración, su todo, y Dios responde con Su voluntad, presencia, y todo lo que tenga reservado en Su plan. Nunca olvidemos que la oración no está basada en un sistema o una rutina, sino en libertad para pedir al Padre como hijos que somos. No te canses de hablarle, ora en abundancia, todos los días, en la mañana, en la noche, El siempre escuchará y responderá a Su manera. Tal como Santiago 5:16 nos dice - La oración eficaz del justo puede mucho.
Ahora bien, no quiero pasar por alto un detalle crucial de la porción establecida previamente. La mención del lugar de la oración no es por casualidad. Jesus sabía por qué, para qué, y para quien estaba mencionando la necesidad de orar en nuestros aposentos. Es bueno orar en el templo junto a los hermanos, es bueno orar en tu vehículo de camino al trabajo, pero nada excederá el orar en tu aposento. Este es el lugar el cual solo tiene espacio para Dios y para ti. No hay espacio para distracciones, para terceras personas, es solo para ese momento de intimidad en el cual El Espíritu Santo, tu mejor Amigo, intercede con gemidos indecibles mientras que tu corazón es derramado ante Su presencia y experimentas la paz de Dios, la cual sobrepasa todo entendimiento, tristeza, soledad, situación por la cual puedas pasar. La oración no solo consiste de una conversación, es una renovación la cual sucede cada vez que Le hablamos. La oración es mucho más vital y profunda de lo que parece ser, todo esto ocurre, mientras el hombre le habla a Dios en su aposento. La oración siempre será mucho más que lo que pensamos de su significado, mientras que el aposento, contiene mucho más que lo que parece contener. Jesus tuvo Su aposento, los discípulos tenían el suyo, y tú, has encontrado tu aposento?
En muchas ocasiones ya lo hemos encontrado y oramos en nuestro aposento, pero por alguna razón, la puerta aún permanece abierta. Si tan solo esta generación supiera el peligro de dejar la puerta de nuestro aposento abierta. Jesús firmemente dijo: “entra en tu aposento, y cerrada la puerta” Una puerta abierta es una señal de bienvenida a todo el que quiera entrar, pero una puerta cerrada, requiere que alguien pida permiso para entonces poder entrar. He ahí la razón por la cual muchos no logramos derramar nuestro corazón en oración, he ahí la razón por la cual muchos comienzan su oración de rodillas pero la interrumpen para leer sus mensajes, he ahí la razón por la cual muchos comienzan una ferviente oración pero luego se quedan dormidos a mitad de ella, tal como los discípulos, que tan siquiera pudieron orar una hora sin dormirse. He aquí la respuesta que muchos llevan tiempo buscando, la razón por la cual muchos no han logrado orar al Señor en su aposento como tanto lo desean, es porque la puerta de sus aposentos, aún permanece abierta. Al estar abierta, esto permite que la distracción entre, que el cansancio visite, que el celular vibre y capte tu atención, esto permite que la oración pase simplemente a ser un diálogo rutinario el cual será interrumpido en cualquier momento. Cuando la puerta del aposento se abre, nuestro corazón puede terminar abrazando todo lo que entre. De nuestro aposento al corazon, no existe un largo estrecho, todo lo que este en nuestros aposentos, eventualmente puede entrar en nuestros corazones. Es tiempo que nuestra generación entienda la importancia del aposento, pero también la vitalidad de mantener la puerta cerrada. Jesús oraba en Su aposento de tal manera, que a penas podian encontrarlo, de igual manera, oremos en nuestros aposentos de tal manera, que el mundo y sus pasiones no puedan encontrarnos.
El consejo en esta ocasión es similar al de Jesus en la porción utilizada como base; entremos en nuestro aposento, pero no olvidemos cerrar la puerta. Dejemos que solo el Espíritu Santo y nosotros seamos los que entren alli. Mayor aún, las llaves de la puerta de nuestro aposento y nuestras vidas, le pertenecen al Espíritu Santo. El es quien sabe lo que debe estar o no estar en nuestras vidas, El es nuestro mejor amigo y es quien nos dice qué personas debemos tener a nuestro lado, Él quiere estar no solo en nuestro aposento, El quiere estar en todas las áreas y todos los días de nuestras vidas. Pues Él no está en un lugar, Él está adentro de nosotros. Atesoremos el gran tesoro que tenemos en nuestro aposento, y abracemos al Mejor Amigo que se encuentra en él. Tanto el Espíritu Santo como nuestro aposento, nos están esperando, no solo para que permanezcamos en él, sino para que entremos, y no olvidemos cerrar la puerta.
Concluyo con esta frase que es inevitable mencionar:
Permanezcamos en la oración y el aposento, y Dios también permanecerá en nosotros.
#PuertasCerradas
#TuAposento
#OracionEficaz
"Muchos ya hemos encontrado nuestro aposento y oramos constantemente en el, pero por alguna razón, su puerta aún permanece abierta."
Autor: Jorge C.
07/9/2023